Hay contados instantes de placer absoluto, que lícitamente podríamos identificar con "la felicidad". Hoy, tras almorzar con mi ayudante en el Catedral y despedirme de él, crucé a "Metales Pesados", en mi opinión una de las mejores librerías de Santiago. Allí me esperaba una sorpresa deliciosa, un libro que ansiaba leer hacía tiempo: la biografía de Schopenhauer de Rüdiger Safranski. Subí de inmediato a mi casa, que por fortuna está prácticamente al lado de la libreria, para comenzar la lectura. Tras la introducción y el primer capítulo, el efecto sedante del vino merlot del almuerzo me sumió poco a poco en un agradable sopor. Desperté y tras unas horas de navegar por la red reanudé la lectura.
Si bien el hallazgo bibliográfico me produjo comprensible alegría, sólo mediatamente fue motivo de aquel goce perfecto del que quiero hablar. Como venía diciendo, me tendí sobre la cama para continuar con el libro y se me ocurrió la idea de acompañar la lectura con música ad hoc. Puse un disco en que Kirsten Flagstad canta a Wagner. Lo había comprado hace un par de semanas y, si lo escuché antes, debió ser de manera superficial. La verdad es que estaba tan concentrado en los primeros años de Schopenhauer que pasé por alto buena parte del disco. Hasta que llegaron los Wesendonk Lieder y, cuando la Flagstad comenzó a cantar el último, Traüme, no pude ya seguir leyendo. Los primeros acordes suaves pero a la vez intensos, luego enérgicos y enseguida lánguidos, traían a mi mente las notas de Tristan y al también al Ludwig de Visconti y una sensación difícil de describir y que me pareció felicidad me fue envolviendo por completo.
La letra es hermosa y de una delicada sabiduría:
Dime ¿qué sueños maravillososretienen prisionera a mi alma,sin desaparecer, como pompas de jabón,en una nada desolada?Sueños que a cada horade cada día florecen más hermosos.Y que, con sus prefiguraciones del Cielo,pasan felizmente a través de mi espíritu.Sueños que, como rayos de gloria,penetran en el alma para pintar en ella una imagen
eterna:¡el olvido de todo! ¡el recuerdo único!Sueños parecidos al sol de la primaveracuyos besos hacen brotar las flores entre la nievey que, con una inimaginable felicidad, acogen al nuevo
día.Y creciendo, y floreciendo,y soñando, exhalan su
perfume,y se marchitan, dulcemente, sobre tu pechopara descender después al sepulcro.