La madrugada del sábado la vieja dama pasó a saludarme. Me despertó, sacudiendo con furia el suelo bajo mis pies. Mas no quiso bailar conmigo la danza macabra. "Ya bailaremos otro día", gritó, la de sempiterna sonrisa. Me guiñó un ojo y prosiguió, rauda, su camino.
"Todas las pasiones nos hacen cometer errores, pero los del amor son más ridículos". LaRochefoucauld
domingo, 28 de febrero de 2010
miércoles, 3 de febrero de 2010
No hay peor ciego...
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