1.
Primero que todo quiero contarles que para mí es motivo de orgullo poder
compartir esta mesa con Rolando Jiménez, porque es un hombre que tiene una
larga trayectoria en lucha por la libertad de expresión y la defensa de las
minorías sexuales en Chile. Y, sobre todo, me parece muy importante destacar, a
ustedes los más jóvenes, que Rolando inició su activismo en una época muy
distinta a la actual, “distinta” en lo que se refiere a la actitud de la
sociedad chilena frente a individuos o colectivos que resultaban reconocibles
como “gays”o en general como minorías sexuales. Rolando inicia su activismo por
la causa gay en una época en que la reacción “normal”, “natural”, “esperable”
frente a individuos o colectivos gays era la reacción homofóbica. Y, por tanto,
lo que quiero decirles en definitiva es que Rolando ha sido un hombre muy
valiente al embarcarse en esta lucha en esa época oscura.
Hoy,
no podemos decir que se haya terminado la homofobia en Chile, pero es una
conducta socialmente reprobada hasta el punto que los propios homofóbicos no se
atreven a reconocerse públicamente como tales.
2.
En segundo lugar quiero dejar claro que mi intención no es rebatir la posición
de Rolando, me parece que es una posición legítima, que responde también a una
estrategia de defensa de las minorías sexuales pero que hay también otras
estrategias igualmente legítimas y que resultan a mi modo de ver conciliables
con una perspectiva liberal de la sociedad y tal vez, solo TAL VEZ, mayormente
convocantes que su posición en el sentido que más adelante aclararé.
3.
En tercer lugar y aunque pudiera parecer innecesario quiero aclararles de
inmediato que mi posición personal que es contraria al matrimonio homosexual
(no habría debate si no fuera así), no obedece a la típica argumentación que
uno escucha en Chile especialmente en miembros de la derecha ultramontana, de esa
derecha que Richard Rorty llamaba en norteamérica “la derecha loca” que concibe
al matrimonio como una suerte de categoría universal, de idea metafísica,
perfecta, cerrada, inmutable e inmodificable por designio humano, fundamento
que cuaja en la reiterada afirmación de que el matrimonio ES entre un hombre y
una mujer.
Tal
concepción del matrimonio no resiste un análisis histórico, porque lo que muestra
la historia es justamente que la configuración de las instituciones jurídicas
cambia y muchas veces cambia intensamente dependiendo de la época y del lugar.
Y esto lo comprendieron tempranamente los juristas romanos, por ejemplo Hermogeniano,
que dijo muy sabiamente que “es por causa del hombre que existe el Derecho” y
por tanto aunque las instituciones jurídicas conserven el mismo nombre a través
de los siglos cambian en cuanto a su contenido y sus alcances, varían conforme
varían también las valoraciones y sobre todo las necesidades de los hombres, en
cada tiempo, lugar y cultura.
El
caso del matrimonio no es ajeno a lo que acabo de decir. La liturgia
matrimonial, el rito, no era de uso general en la Iglesia primitiva sino que
se empleaba para unir a gente importante y entre esa gente importante los curas
que en la Iglesia
primitiva ¡Oh sorpresa! Los curan podían casarse en la Iglesia paleocristiana.
Pero lo más interesante es que la
Iglesia paleocristiana ha dejado unos cuantos vestigios
materiales en Europa de un rito para la unión o vida en común de personas del
mismo sexo, en el cual se invocaba a una famosa pareja de santos, San Sergio y
San Baco, que en tiempos de Roma marcharon juntos al martirio por el mutuo amor
que se profesaban. Hay un hermoso y erudito libro de John Boswell, traducido al
español como “Las bodas de la semejanza” que trata acerca de este poco conocido
asunto.
4.
Ya he dicho que mi intención no es refutar la pretensión del matrimonio
igualitario que defiende el activismo y el lobby gay en Chile, porque es una
opción legítima desde varias perspectivas como por ejemplo la igualdad ante la
ley. Mi propósito es simplemente mostrar que es precisamente una opción y que
por tanto hay otras opciones y que desde un punto de vista liberal tal vez sean
mejores opciones.
5.
La estrategia del activismo y del lobby gay en Chile incluso en sus variantes
se enmarca dentro de una estrategia que podríamos llamar “asimilacionista”
frente a otra estrategia que podríamos llamar “diferencialista” Estas
estrategias responden a la pregunta de qué se reclama, qué es lo que reclama el
colectivo gay, lesbiano o transgénero cada vez que sale a la defensa de sus intereses. Si lo que
se quiere es simplemente la igualación de derechos respecto de las personas
homosexuales sin cuestionar las estructuras de poder vigentes o una
reivindicación de la propia identidad como minoría sexual con sus particulares
requerimientos.
Como
dice Velez Pelligrini en términos generales las corrientes asimilacionistas del
movimiento gay y lesbiano llevan la marca de una voluntad de integración en el
conjunto de la sociedad (dando por aceptables los universos simbólicos que la
engloban y la cohesionan y otorgando asì un rasgo de adaptabilidad cultural de
la homosexualidad a los mismos).
La
estampa de las tendencias diferencialistas ha sido en cambio la valorización de
la homosexualidad como proyecto de vida frente a los metadiscursos dominantes (
lo que los especialistas en los Gay and Lesbian Studies denominan el
heteronormativismo) y la posibilidad,a partir de ahì, de construir sino una
identidad y una cultura gay y lesbiana (término al que no pocos investigadores
y teóricos son abiertamente hostiles) , al menos una experiencia individual y
colectiva provista de una legitimidad política y social frente un orden
impuesto y arbitrario de significantes y significados en torno al sexo, la
sexualidad, el género, los roles de género y la afectividad.
Si
quisiéramos simplificar diríamos que las corrientes asimilacionistas apuestan
por el statu quo mientras que las corrientes diferencialistas apuestan por una
creatividad conflictualizadora y contranormativa.
Y
es justamente a propósito de matrimonio donde la separación entre
asimilacionistas y diferencialistas se hace patente. Los primeros lo conciben
como una figura de estabilidad , de compromiso moral y afectivo y de
exclusividad sexual que permite limpiar la imagen negativa de promiscuidad y
depravación que afecta a las minorìas sexuales, reforzando de este modo la
heteronormatividad.
En
cambio, los segundos defienden alternativas de vivir la afectividad que se basa
en en el relativismo ético donde los principios morales del matrimonio ceden a
favor de la autonomía y la pluralidad subjetiva, potenciando el
contranormativismo.
6.
En Chile podemos encasillar en una postura asimilacionista a la Fundación Iguales
cuando en su página web declara: “nuestra misión es trabajar por la igual
dignidad de todos los chilenos y chilenas mediante el reconocimiento civil y la
integración política y social de la diversidad sexual…” Entre sus objetivos
indica: “Participar en el debate público y legislativo y contribuir a él con
estudios y literatura comparada, Nos involucraremos especialmente en la
discusión de las leyes de matrimonio igualitario, uniones civiles,
antidiscriminación e identidad de género”.
Contrasta
el interés de este movimiento por el derecho al matrimonio homosexual con los
planteamientos más radicales de la filosofía Queer representada por Beatriz Preciado quien señala con fuerza que
las identidades sexuales no existen , que son ficciones de biopolítica, que no
existieron hasta antes de s. XIX que solo existìan practicas sexuales y que
surgen a mediados del s. XIX para conectar sexo con reproducción. Pero hoy la
producción actual del cuerpo y la sexualidad està en otro lugar y no debemos volver
a las ficciones retrospectivas del S. XIX, por lo tanto, es falacioso y
ridículo debatir sobre el matrimonio entre gays o lesbianas, más bien
debiéramos preguntarnos ¿Cuáles son los debates que nos interesa instalar para
construir la esfera pública? ¿O vamos a bailar el mismo baile de la derecha más
radical validando el matrimonio?. Esta misma autora en su Manifiesto
Contrasexual postula “la abolición del contrato matrimonial y de todos sus
sucedáneos liberales que perpetúan la naturalización de los roles sexuales”.
7.
La estrategia del activismo y del lobby gay en Chile se enmarca entonces dentro
de lo que podríamos llamar asimilacionismo, puesto que adopta una estrategia de
integración asimilacionista que busca normalizar las uniones homosexuales bajo
las reglas y las instituciones hasta ahora prefiguradas por los heterosexuales
y desde la heterosexualidad. Se considera que estas instituciones y reglas son
igualmente funcionales a las uniones homosexuales y que se requiere apenas de
pequeños cambios legales para “abrirlas”.
8.
El problema de las minorías sexuales en Chile ha sido históricamente un
problema de libertades. Desde la penalización de la “sodomía” consentida entre
adultos a la discriminación falofóbica en la penalización del sexo con
adolescentes o incluso en el castigo penal de sus manifestaciones amorosas como
ultraje a las buenas costumbres. Ataque a las libertades que también tiene su
correlato civil dejando fuera de la adopción, de los regimenes patrimoniales, de
la herencia y del sistema de pensiones a las uniones homosexuales. Se piensa
que la salida a esta limitación de libertades en el plano civil pasa
necesariamente porque las parejas homosexuales accedan a la institución matrimonial,
pero en mi opinión esa no es la única opción. Antes he planteado que el
problema de las minorías sexuales es un problema de libertades, pues bien, así
como hace unas décadas se desligó la cuestión relativa a la filiación de la institución
matrimonial terminándose con la odiosa diferencia entre hijos legítimos, ilegítimos
y naturales según si eran concebidos dentro o fuera del matrimonio y del mismo
modo se desligó del matrimonio y del régimen patrimonial del mismo la capacidad
de la mujer, entonces, del mismo modo deberíamos abogar por desconectar del
matrimonio los regímenes de administración de bienes comunes, la adopción de
hijos, la herencia y las pensiones. En estas materias lo que se necesita es
libertad, libertad para disponer como queramos de nuestros bienes y de nuestros
fondos previsionales por causa de muerte; libertad para recibir a niños y niñas
que nadie quiere; libertad para pactar las formas que queramos de administración
conjunta. Y esta sería una lucha no solo de las minorías sexuales sino de
todos, sería una hermosa lucha por más libertad que nos uniría a todos. No quiero
alargar más mi presentación para dar lugar a lo más importante que es el debate
con todos los asistentes.
Muchas
gracias.